CRITICA: Blut! en Página 12


Lazos tan entrañables como traumáticos
La historia de dos hermanos condenados por un mandato familiar que suple la ausencia de los padres y que de alguna manera ritualizan la complejidad de los vínculos de sangre.
Por Julio Cejas
Volvió este año a la cartelera local la obra "Blut! Una pareja de sangre", puesta estrenada en el 2007 y que ahora se repone en el Teatro de La Manzana (San Juan 1950) todos los domingos en el horario de las 21. Este trabajo que obtuvo en su oportunidad, uno de los Premios Coproducciones del Area Artes Escénicas de la Municipalidad de Rosario, es otra de las creaciones del polifacético Esteban Goicoechea que ademas de la dramaturgia comparte la actuación junto a la actriz Paola Chávez, elenco al que se suma Miguel Bosco como director invitado.
Goicoechea venia bosquejando una poética propia que se inicia también en el 2007, año en el que despliega una muestra de los materiales dramáticos con los que seguirá trabajando: "Intervenidos (ensayo Plosky)", obra que también escribe y dirige. No es casual entonces el encuentro con el actor Miguel Bosco ("La Temperatura", "Horacio, amigo de Hamlet", "The gaucho way") que ya venía transitando con buenos logros en la dirección teatral ("La China", "Coro presto nocturno", "Mirta muerta"). Bosco va a coordinar una propuesta que tiene como soporte la solidez de un grupo de actores entrenados en el registro de la escritura dramática a partir del itinerario poético que los cuerpos trazan en el espacio.
En "Blut!, una pareja de sangre", hay una historia sórdida que plantea una vez más el imaginario de las nuevas generaciones teatrales con respecto al tema de la familia y sus lazos traumáticos. En principio Marta (Paola Chávez) y Ernesto (Esteban Goicoechea) son dos hermanos que regentean un restaurante que es la herencia de sus padres y que pasa a simbolizar la síntesis de todos los mandatos familiares que asoman en los intersticios de una relación que va más allá de lo filial.
A tal punto la figura de estos padres ha calado en la estructura personal de los protagonistas que parecieran ser una prolongación de aquel matrimonio original que los concibió como hijos?herederos de una obsesión.
"Hay que respetar las recetas de mamá"? le dice Marta a Ernesto, en un tono que va adoptando registros cada vez más cercanos al sermón y que sobrevolando lo culinario llega hasta las raíces mismas en la que está fundada una familia. Ernesto entonces dejará de ser la pareja de Marta, para transformarse en un hijo díscolo al que hay que ir corrigiendo en base a los modelos de la tradición familiar.
Hay algo de siniestro sobrevolando en ese cuarto donde se juega un juego perverso, toda la obra está planteada como un juego donde los participantes parecieran amar y despedazar al otro al mismo tiempo.
La propuesta estética apela a recursos donde el absurdo y cierto manejo expresionista en los registros actorales dinamizan un ritmo que oxigena ciertas repeticiones antes de que la expectación decaiga.
Paola Chávez y Esteban Goicoechea componen una dupla actoral dotada del entrenamiento preciso para jugar un juego perturbador y por momentos cargado de una desgarrante ternura.
Las estrategias para dar cuenta del texto y el desplazamiento de los cuerpos de los actores en el espacio nos remiten en algunos pasajes a establecer ciertos paralelismos con la contundencia de la poética del director local Juan Hessel ("Mal de ojo").
Hay en la puesta de Bosco, una intencionalidad estética ligada por momentos al humor negro y cercano al "grand guignol" que podría sugerirnos otra lectura de estos seres que potenciados podrían llegar a diseccionar sus cuerpos en una mesa de cocina.
La irrupción casi al final de la obra de el bolero "Júrame", en una escena de gran tensión puede recordarnos aquellas escenas de la película "Matador"(1986) de Almodóvar, donde también una "pareja de sangre" se inmolaba amorosamente al compás de un edulcorado bolero donde los dos volverían a encontrarse más allá de la muerte.
Y no puede escapar a este análisis la ya recurrente interpretación de muchas de las obras del teatro argentino de la última década, pequeños eslabones que intentan dar cuenta a partir de una mirada sobre los lazos íntimos de una sociedad que todavía se sigue buscando.
La situación de estos hermanos que aparecen condenados por un mandato familiar que suple la ausencia de los padres y que de alguna manera ritualizan la complejidad de los vínculos de sangre, puede parecerse mucho a los juegos actuales donde la violencia también es un signo de una época imposibilitada de impedir que la sangre siga tiñendo los frágiles capilares sociales.
"Blut!, una pareja de sangre", fue invitada en el mes de mayo a participar de la Fiesta Regional del Teatro y parte de su elenco bajo la dirección del mismo Miguel Bosco repondrán ese mismo mes la obra "Mirta Muerta" en la Sala del Centro de Estudios Teatrales (San Juan 842).